Día de Muertos en México: el Festejo de los vivos
Desde hace más de medio siglo, el mercado de flores de Jamaica, en la Ciudad de México, se convierte, en los días cercanos al Día de Muertos, del 28 al 2 de noviembre, en un incesante trasiego y romería de visitantes en busca de flores y ornamentos para celebrar esta fiesta, una de las tradiciones más ancestrales y populares del país.
Las flores de cempasúchil (naranjas) , la flor rosa de terciopelo, el crisantemo, la nube y sempiterna, son algunas de las que decoran ofrendas y altares en hogares y en los cementerios.
En este año marcado por la pandemia, la celebración del Día de Muertos en México se ha vivido con mucho recogimiento, marcado por afluencias más bajas en los mercados de flores y ornamentos, el cierre de panteones y las reuniones familiares limitadas.
En México, ya desde la época prehispánica los nativos rendían culto a la muerte. Cuando alguien moría, sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán, el temido inframundo.
El festejo no representaba a una ausencia sino a una presencia viva. Implicaba el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y alimentarse de los altares colocados en su honor.
Con la llegada de los españoles, la fiesta se hizo mestiza y a la conmemoración por los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios del país, se sumaron nuevos elementos y trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz.
En la actualidad, muchos hogares colocan estos días ofrendas y coloridos altares decorados con flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto y algún antojo de comida para sus difuntos, que recuerdan en fotografías; y al igual que en tiempos prehispánicos, se coloca incienso para aromatizar el lugar.
Cempasúchil, la flor que guía los muertos.
La flor de cempasúchil, cempoalxóchitl o cempaxochitl, es es la más usada en las ofrendas que se realizan en cementerios y hograres. Se trata de una flor de color naranja y cuyo nombre procede de la lengua indígena náhuatl.
Significa “flor de veinte pétalos” y se dice, que es el color naranja de esta flor es la que guía y atrae a las almas de los muertos de regreso a la tierra de los vivos.
Se dice también, que la flor misma tiene dentro de sí el calor del sol, que, junto al peculiar aroma de la flor misma, hace que los muertos regresen a sus hogares sin perderse.
¿Qué otros personajes se dejan ver en estas fechas?
Los muertos y los dioses son los primeros personajes de estos días desde tiempos prehispánicos. El elemento común era el perro -los aztecas conocían a los xoloitzcuintle- que según la tradición ayudaba en el Mictlán a hallar el camino a su destino final.
A principios del siglo XX se añadió la Catrina, la calavera creada por el grabador José Guadalupe Posada, que vestida de varias formas, marca es visión satírica, de burla que se tiene con la muerte en México.
México es sin duda, un país único en la relación con la muerte y el recuerdo de nuestros muertos en estas fechas.
¿Te gustaría viajar a conocer esta tradición?
Texto y fotos por Pilar Melero de la Cámara