Conil de la Frontera, testigo de la historia

Si algo se le puede achacar a este pueblo gaditano es haber sido testigo de grandes civilizaciones en su entorno. Fenicios, romanos y visigodos ya descubrieron su territorio y se asentaron en torno a un puerto que abría las puertas al comercio mediterráneo de la zona tal como han dejado patente monedas que se han encontrado y que se atesoran en el Museo Arqueológico de Cádiz.
Pueblo pesquero donde los haya, ni siquiera la anatomía andalusí de sus calles, engalanadas de blanco, ha podido quitarle ese alma marina que sigue conquistando, año tras año, a todo el visitante que se decide a pasar algunos días en su territorio. Conil no tiene fecha, porque durante todo el año es mágico aunque sea en verano cuando acoge a más visitantes dispuestos a descubrir las mejores calas de Conil de la Frontera.
Y es que 14 kilómetros de playa en forma de litoral esconden playas para todo tipo de gustos. Arena fina, aguas casi caribeñas transparentes y unas olas gaditanas que permiten disfrutar de los mejores deportes acuáticos en su playa permiten convencer a todo el que se precie y tenga dudas. Castilnovo, La Fontanilla, Fuente del Gallo, Los Bateles son solo algunas de las playas más conocidas, aunque si hay algo que hace que muchos vuelvan o ni se vayan son, precisamente, las calas paradisiacas escondidas entre acantilados.
Senderos entre pinares y una gastronomía única de calidad y basada en el producto de mar son solo algunos de los motivos por los que este pueblo pesquero gaditano sigue creciendo en fama y turismo.
Además, no todo es playa. Esconde entre sus calles monumentos que sirven para mirar a la cara su historia. Por ejemplo, el Arco de la Villa, que data del siglo XVI, es superviviente de la muralla que cercó la localidad para protegerla de los ataques y saqueos musulmanes. Porque su coletilla «de la frontera», tiene que ver con eso, con los límites con el Reino de Granada.
Pero de antes data la Torre de Guzmán, edificada en el siglo XIV y alrededor de la que se gestó el Conil más contemporáneo. De la época es también uno de los enclaves imprescindibles para quien visita la localidad: la Iglesia de Santa Catalina, un templo de origen mudéjar con tres naves y tres capillas que, aunque hoy, tras las remodelaciones posteriores, poco muestra de esta época, sigue siendo uno de los edificios más bellos de la zona.
Nada como dejarse llevar por la luz, como en los pueblos de la zona, para descubrir por qué se dice que Cádiz tiene algunos de los atardeceres más bonitos del mundo. Ver cómo se esconde el sol desde el Mirador del Jabiguero y los parques que lo rodean es casi místico para el que deja sus sentidos disfrutar de los colores y sonidos.
No hay que olvidar una visita hasta los pies del Faro de Cabo Roche, cuya almenara se construyó en el siglo XVI ya que el faro que hoy se conoce forma parte de la torre defensiva y fue habilitado a principios de los años 80 del siglo XX.
Los alojamientos que además se pueden disfrutar en Conil son únicos.
Villas y apartamentos turísticos suelen ser los más demandados por la independencia y calidad de los que se alquilan. Gracias a un cuidado sector de servicios encaminado a cubrir la demanda de los turistas, quien se decide por este tipo de enclave y alojamiento, repite.
¿Hace falta algo más para convencer a quien de verdad quiere conocer el paraíso?