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    La reducción de huella de carbono, objetivo de la nueva carta de cócteles del Miranda

    Por el 12 diciembre, 2019

    Abrir la puerta del Miranda Cocktail Bar, en la Calle Huertas 29, cuya esquina es más que conocida por su cartel “bésame en esta esquina” es entrar a un lugar alegre en el que cada cocktail es un experiencia a disfrutar en el corazón del centro madrileño, templo de las mezclas, a cuyo frente está Santi Dorado.

    El reto de su nueva carta, además, es apostar por 96 ingredientes y productos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, sin necesidad de cítricos o azúcares industriales que balanceen los cócteles que salen de la carta para conquistar los paladares más atrevidos.

    “El proyecto de Miranda 2.0 nace de la idea de evolucionar un local con años de historia. Aunque se busca respetar los orígenes, también es necesario llevar la evolución de la coctelería a un plano diferente para el disfrute de nuestros clientes. Sacaremos un menú por año, y una carta semanal. Se trata de encontrar el equilibrio entre nuestra gastronomía y nuestra carta de cócteles” explican desde detrás de la barra.

    Los 96 ingredientes artesanos, basados en los ingredientes de cercanía de los proveedores locales y que se complementan en la coctelera con más de seis tipologías diferentes de hielo.

    “Llevamos un año entero trabajando en la mejora de equipo e instalaciones, para ir hacia un proyecto a medio plazo para llegar a una una experiencia sensorial muy de la mano con la cocina y tecnología”.

    En el Miranda están comprometidos con la reducción de la huella de carbono utilizando productos de proximidad o slow food. Una nueva forma de entender la alimentación y bebida, cimentada en el ecologismo, el desollo sostenible, el comercio justo y el compromiso de carácter ético con los productores de los ingredientes que consumimos.

    “Nuestro objetivo es generar la menor cantidad de residuos posible, por eso aprovechamos lo máximo de nuestros prodcutos, desde el jugo, hasta la cáscara” explican. Así, el compromiso también medioambiental se hace patente con la práctica, no solo con la teoría.