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    Un destino real: La Granja de San Ildefonso

    Por el 9 abril, 2014
    Berlin - Upitravel

    Si hay un rincón cerca de la sierra de Guadarrama que ha conquistado a reyes y súbditos, ese ha sido San Ildefonso.

    Ya desde la Edad Media, los reyes castellanos usaban como coto de caza sus inmediaciones, la zona de Valsaín.

    Los Reyes Católicos  cedieron este paraje a los monjes jerónimos y fueron éstos los que lo reconvirtieron en granja de recreo. Pero su parte más real no comenzó hasta la llegada de Felipe V en 1717, que encontró en este rincón de la sierra su retiro ideal.

    Tan sólo un año más tarde, decidió comprar los terrenos a los monjes y hacer de este lugar un Real Sitio.

    Ya en 1720, tras la construcción de lo que acabaría siendo lo que hoy conocemos como «La Granja», tanto Felipe V como la Reina Isabel de Farnesio decidieron cambiar su residencia en El Escorial por la que se había proyectado en San Ildefonso.

    En principio, con la abdicación a favor de su hijo, la idea era un lugar de retiro. Algo que se truncó con la muerte del vástago y que obligó de nuevo a Felipe V a volver a tomar las riendas de la monarquía, teniendo de nuevo que cambiar todo lo que se había proyectado a pequeña escala.

    La muerte de Felipe V, la ascensión de Fernando VI (fruto del primer matrimonio con María Luisa de Saboya) y finalmente la coronación de Carlos III, hijo sí de la Reina Isabel, volvieron a devolver el esplendor a ste recóndito lugar.

    Una visita al Real Sitio

    Lo primero que llama la atención al llegar a este lugar es la gran verja de acceso, realizada en forja, y llamada la Puerta de Segovia.

    A través de ella se accede a la avenida que llega hasta el propio Palacio, rodeado de edificios que estaban destinados a la Real Comitiva.

    En el mismo recinto, más allá de la maravillosa Colegiata contigua al propio Palacio Real, también se ubicaron la Casa de Oficios y la Casa de las Damas, las Caballerizas Reales, el Cuartel de la Guardia de Corps, la Casa de Gentileshombres, etc.

    Lo cierto es que pasear por este sitio es ver el esplendor real de primera mano.

    Pero si algo llama la atención una vez llegados a la Granja de San Ildefonso, esos son los jardines de Palacio.

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    Al puro estilo francés, lo cierto es que lo que buscaba entonces Felipe V eran jardines de retiro, no la recreación de los de Versalles que mandó construir Luis XIV, pero lo cierto es que sus semejanzas son muchas.

    Pasear por su superficie es encontrarse con maravillosas fuentes, quizás la de Diana la más famosa, con esculturas, con plantas maravillosas que invitan al descanso e incluso con un laberinto para los más osados.

    Lo dicho, ahora, con la llegada del buen tiempo, pasar un día en La Granja de San Ildefonso acabará siendo un acierto seguro.